Un reflejo de nuestro tiempo
En estos terribles días de guerra, el Movimiento Emaús expresa su profunda solidaridad y compasión con todas las víctimas de esta nueva espiral de violencia en Palestina, desencadenada el sábado 7 de octubre con actos de violencia nunca vistos cometidos por Hamás contra civiles israelíes e
internacionales. Los asesinatos en masa y las tomas de rehenes son crímenes y deben denunciarse como tales.
Sin embargo, este estallido de violencia no puede entenderse sin situarlo en el contexto de un conflicto que tiene más de 70 años, que se caracteriza por violaciones reiteradas del derecho internacional, por la expulsión y el desplazamiento de poblaciones civiles como parte de la colonización israelí y por una interminable sucesión de guerras y estallidos de violencia entre todas las partes implicadas. En el transcurso de este conflicto se han cometido atrocidades por doquier.
En el día de hoy, las primeras acciones de respuesta del gobierno israelí suponen nuevos crímenes de derecho internacional, cuya primera víctima será sin duda la población civil de Gaza (más de 2 millones de personas atrapadas desde hace más de 15 años en un territorio del tamaño de una gran ciudad).
El Movimiento Emaús, que lleva más de 70 años comprometido con la defensa de la Paz y la amistad entre los pueblos, debe reiterar, como lo ha hecho en numerosas ocasiones a lo largo de su historia, que el conflicto en Palestina sólo podrá llegar a un final duradero y restablecer plenamente la seguridad en la región si se reconoce una igualdad de derechos para toda la población y todas las partes implicadas aceptan finalmente negociar de buena fe sobre la base de las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, incluida la solución de dos Estados.
El Movimiento Emaús pide el cese inmediato de las hostilidades, la liberación de todos los rehenes y el cese de todas las medidas de represalia que afectan a la población civil y van en contra del derecho internacional, como el bloqueo de Gaza o los bombardeos de viviendas e infraestructuras civiles.
Asimismo, hacemos un llamamiento a la comunidad internacional en su conjunto para que no se deje llevar por quienes pretenden utilizar el conflicto con el fin de sacar provecho político de la espiral de violencia, y que asuma sus responsabilidades para devolver la paz a la región.
De manera más general, el movimiento Emaús alerta sobre la creciente desestabilización del mundo desde principios de los años 2000. El terrorismo, el exilio, los atentados a la democracia, las violaciones reiteradas de los derechos humanos… todos estos males, que se han acentuado
especialmente en los últimos 20 años, tienen una causa profunda: el aumento de las desigualdades y el abandono por parte de los Estados de su responsabilidad de preservar la paz y apoyar el desarrollo humano.
Lo que lleva a algunas personas a tomar las armas y cometer los crímenes más atroces es la desesperación. Desesperación ante la injusticia y la falta de equidad, desesperación ligada a unas condiciones de pobreza que se agravan y se transmiten de generación en generación para las personas en situación más precaria. Desesperación y rabia ante el hecho de que una parte de la población de este planeta carezca de todo, mientras que otra acumula y se apropia de todos los recursos en nombre de su propio poder.
Nuestro fundador, el Abbé Pierre, decía que "antes de la violencia activa siempre está la violencia pasiva de quienes poseen y que son los primeros criminales cuando no actúan en favor del progreso humano de los demás” (Conferencia en Toulouse, 11 de mayo de 1976). Ante la situación en Palestina, no podemos sino reiterar la veracidad de estas palabras.